viernes, 9 de abril de 2010

Mitos y Realidades

MITOS Y REALIDADES ENTORNO A
LA SITUACIÓN ACTUAL VENEZOLANA

Por: Colectivo Nuestro Americano Alí Primera


Mito
“Choques con la policía por el cierre de un canal de TV” (Clarín, 26-01-10, Argentina)

Realidad
A RCTV nadie la ha cerrado. Ese canal y otras tres estaciones debieron salir temporalmente de la parrilla de programación de los prestadores de servicio de televisión por cable, porque no le notificaron a CONATEL (el organismo rector de las telecomunicaciones en Venezuela) que eran medios nacionales y tampoco le pudieron demostrar que eran canales internacionales, como asegura ser RCTV. La normativa que rige a los canales por cable dice claramente que deben notificarse ante CONATEL como prestador de servicio audiovisual de producción nacional y cumplir con la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, a menos que el 70% de programación y publicidad transmitida no califiquen como producción nacional. Lo que pasa con RCTV no implica su cierre ni la eliminación de los puestos de trabajo, ya que una vez que proceda a notificarse ante CONATEL como prestador de servicios de producción nacional audiovisual, y por lo tanto, comprometerse al cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión y sus Normas Técnicas, podrá retornar a la parrilla de programación de la televisión por cable, y eso lo hace en menos de un día, claro está, luego de haberle sacado todo el provecho político posible al escándalo mediático provocado: dos estudiantes asesinados, policías y Guardias Bolivarianos heridos, bienes públicos destruidos, etc…

Mito
“Venezuela puede convertirse en una dictadura comunista” (La Nación, 28-05-09, Argentina)

Realidad
Con la aprobación en referéndum popular de una nueva Constitución, a partir de 1999 se está construyendo en Venezuela un nuevo modelo político de democracia participativa y protagónica. Un modelo que reemplaza el instaurado tras el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez en 1958, a partir del “acuerdo de gobernabilidad” suscrito por líderes anticomunistas de los partidos tradicionales. El mismo modelo que se sostuvo en un sistema bipartidista durante casi cuatro décadas, en sintonía con la gran patronal agrupada en Fedecámaras, con la burguesía venezolana y con los intereses del imperialismo norteamericano. El ajuste estructural de la economía venezolana desde la década de los 80, y las múltiples e incontenibles protestas sociales lo debilitaron hasta su colapso en el trágico Caracazo, cuando el ejército masacró en las calles al pueblo desarmado.

Es casi una década después de ese suceso, en 1998, cuando Hugo Chávez gana las elecciones presidenciales, con la promesa de iniciar la transformación hacia ese nuevo modelo político, más incluyente y más justo. Ganó apoyado por una abrumadora mayoría y por las mismas organizaciones políticas de izquierda que durante la vigencia del Pacto de Punto Fijo estuvieron en algún momento en la clandestinidad.

Desde entonces, en Venezuela han emergido importantes procesos de organización social de base y de transformación de la cultura política venezolana, con la incorporación progresiva de sectores amplios de la población que habían estado muy excluidos. Y este proyecto de país se ha legitimado consecutivamente a partir de 1999 a través de doce (12) procesos electorales que contemplan tanto elecciones presidenciales, regionales y parlamentarias como referéndums.

Mito
“Venezuela, "zona de desastre" para la libertad de expresión” (La Nación, 02-02-10, Argentina)

Realidad
En Venezuela más del 80% de radios y televisoras pertenecen al sector privado, el cual se divide en pequeños grupos de poder económico abiertamente politizados y de tendencia antigubernamental. Su ejercicio ha ido encaminado básicamente a representar partidos políticos de oposición y fomentar luchas que en apariencia suponen la defensa de la democracia, pero que en el fondo se reducen a un enfrentamiento entre sectores que apoyan o adversan al proceso bolivariano. Es decir, poco importa la pluralidad y/o naturaleza democrática de lo que se dice defender, por el contrario, se politiza toda causa y el debate termina centrándose en apoyar o no la gestión de gobierno.

Son estos mismos medios la tribuna desde la cual se denuncia constantemente la supuesta falta de libertad de expresión, se acusa al presidente de dictador y se promueve la agenda política de la oposición. Sus dueños y directivos han asumido el rol de líderes políticos de la heterogénea oposición venezolana e incluso formaron parte del golpe de Estado de 2002.

Este sector, para denunciar la supuesta falta de libertades, aparece en plazas, marchas, radios, cine, prensa y televisión. Más recientemente se ha unido al Twitter para decir que las medidas adoptadas por el gobierno contra corporaciones mediáticas que han violado la ley, son una abierta amenaza a la libertad de expresión. Sus voces las escuchan a diario todos los venezolanos y el resto del mundo, en todos sus espacios para seguir afirmando que no hay libertad.

Lo que sí está muy claro, es que no ha habido suficientes espacios en los cuales se puedan aclarar las falsas verdades creadas por estos sectores. El verdadero eje de su política no es la libertad de expresión, como ha quedado demostrado en su praxis diaria; la libertad de expresión es sólo una excusa lo suficientemente universal, que ha servido para amparar su lucha en contra del proceso de transformación que protagoniza el pueblo venezolano.

Exigir más libertad de expresión pasa por empezar a reconocer a aquellos que por pobres son criminalizados, invisibilizados, excluidos y cuya libertad no es respetada, en esos espacios en los cuales todavía no les es posible verse representados.

Mito
“Venezuela, rica en petróleo y pobre en electricidad” (La Nación, 10-01-10, Argentina)

Realidad
A pesar de que Venezuela tiene la tercera hidroeléctrica más grande del mundo, las distintas medidas de conservación y mantenimiento de ésta han sido insuficientes desde su puesta en servicio, durante los gobiernos del “Pacto de Punto Fijo”. Más allá de culpar a Chávez, cabría preguntarse de qué sirvió el proceso de privatización de las industrias estratégicas en los años ‘90; qué hicieron con las ganancias las corporaciones que la administraron.

Por otra parte, el bajo nivel de las aguas en los embalses provocado por la sequía, sirvió para revelar la falta de conciencia respecto al consumo de este recurso energético, que cubre el 72% del servicio a través de las centrales hidroeléctricas: nuestro país consume mayor energía per cápita que Brasil y Argentina, aún cuando son países con un nivel de industrialización mucho más alto.

Quienes pretenden hacer bandera partidista de un problema tan serio, donde todos tenemos una cuota de responsabilidad, tanto en el ahorro en el consumo del agua, como en el uso racional de los servicios y artefactos eléctricos, son la expresión de grupos desconectados, tanto de la realidad como de las necesidades puntuales de la población, que soslayan entre otras cosas el impacto que sigue teniendo la importación de productos de alto consumo.

Y de la pobreza y sus mitos...

Realidad
La creación y desarrollo de políticas y medidas impulsadas por el actual gobierno bolivariano, a través de las emblemáticas Misiones Sociales han permitido aseverar que en Venezuela, en el transcurso de esta primera década del siglo XXI, ha disminuido de manera significativa los índices de pobreza. Con esto, Venezuela ha sido de los primeros países que ha cumplido con los desafíos planteados con las Metas del Milenio de la Organización de Naciones Unidas. Institutos estadísticos, análisis e investigación venezolanos e internacionales así lo han certificado a través de sus informes. El Instituto Nacional de Estadística (Venezuela) señala que mientras en el año 1998 existía un 49% de hogares situados bajo la línea de la pobreza, en el año 2006 esta cifra se redujo 18 puntos con 30.6 % y a 26.6% en el año 2009. La pobreza extrema en 1998 era de 21%, en 2006 se situó en 9.1%, reduciéndose aún más en 2009 con 7%.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha reconocido igualmente estos avances a través de sus documentos oficiales titulados Panorama Social, describiendo avances similares a los señalados anteriormente. Según este organismo, en 1998 la pobreza se ubicaba en 51%, disminuyendo a 25% en 2008. La pobreza extrema representaba el 25% en 1998, situándose en 2008 en 8.5%. En su informe anual de 2008, la CEPAL destaca que la importante disminución de las cifras de pobreza e indigencia en la República Bolivariana de Venezuela obedece a “la elevada tasa de crecimiento del producto (PIB), así como la implementación continua de programas sociales de gran amplitud”.