sábado, 25 de septiembre de 2010

TOD@S A LA MARCHA DE LAS NOCHES DEL APAGÓN


Saliendo a Jujuy contra el Capital esclavizador.


"Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto, no defenderla"
Gral. José de San Martín
"Las noches del apagón", es una historia impune que aún golpea la memoria de los familiares y habitantes del pueblo de Jujuy. Entre el 20 y 27 de julio de 1976, (tiempos de la dictadura de Videla) la usina de Libertador General San Martín, cortó el suministro de electricidad. Nadie se imaginaba lo que sucedería esas 7 noches. En las calles de Ledesma se oían gritos, sirenas y pasos de policías y militares. Allanaron y saquearon las viviendas de trabajadores(as) y estudiantes, los secuestraron y luego los trasladaron a los galpones del ingenio azucarero. Allí les aplicaron las más perversas torturas, hasta llevarlos a la muerte o a la desaparición.
Hoy, a 34 años de suceder ese fatídico hecho, se siguen alzando las banderas por la justicia, la memoria y la no impunidad de esas noches. También se siguen levantando otras banderas, las de la no complicidad y consentimiento del sistema feudal y esclavizador de la familia Blaquier, dueños del mismo ingenio azucarero donde se torturaron a más de 400 personas, misma empresa que en la actualidad contamina fieramente el dpto.. De Ledesma, ocasionando enfermedades respiratorias ocupacionales irreversibles.
Por estas y todas las luchas el 9 de julio de 2010, en la sede de la Biblioteca Popular de Barracas, Buenos Aires, comenzaron los actos de recaudación de fondos para el viaje a la Marcha.pos musicales como Contraviento del Movimiento de Trabajadores Desocupados, también conocidos como los chicos del Frente Darío Santillán. Hubo música del altiplano con la intervención de la agrupación Génesis Aimara y también se escucharon sones cubanos, colombianos, el canto venezolano de Dame pa' matala y el cantor Nuestroamericano Alí Primera también dijo PRESENTE. LA convocatoria estuvo a cargo del Centro de Atención Popular Olga Marques de Aredez (CAPOMA), conformado por personas que se han unido a los largo de más de 30 años en las marchas del Apagón
La noche del 9 de julio se observó una gran movida de jóvenes comprometidos por la defensa de los derechos humanos en Jujuy. Diego Arrozagaray, uno de los jóvenes argentinos convocantes, afirmó que a lo largo de los años ha observado que se han integrado más personas a las Marchas del Apagón, así mismo mencionó que son cada vez más las personas que denuncian la lamentable situación que se vive en Jujuy: "Es algo que le pasó al pueblo argentino y no podemos mirar para otro lado. Y sabiendo que todavía el poder económico Ledesma se mantiene igual y no ha recibido ni siquiera un juicio ni nada, hay que continuar luchando. Y más aún si siguen desapareciendo a la gente en plena democracia. Entonces ¿Uno se puede quedar ajeno a eso? No. Yo creo que si uno quiere cambiar la realidad, se tiene que involucrar y tratar de dar un granito a un cambió, para que no se repita lo que pasó en el proceso militar". Diego con un gesto de impotencia en su rostro expresó "En este momento la gente continua sufriendo por el sistema de explotación que allí se vive en el Ingenio Ledesma, donde hay una tierra riquísima que crece de todo y no la puede usar la gente ¿Por qué? Porque es un feudo. El pueblo no puede crecer porque alrededor hay 300.000 hectáreas que le pertenecen solamente a una sola familia. Y eso me parece una injusticia social que no podemos ser ajenos. Tenemos que hacer algo respecto".
Conscientes de la situación de pobreza y necesidad de apoyo en que viven los habitantes del Departamento de Ledesma, el CAPOMA solicitó donaciones de libros, útiles escolares y juguetes para donárselos a la comunidad en los 7 días de marcha.
Ana de CAPOMA, es otra compañera que milita en el Centro Atención, al igual que Diego compartió su experiencia y comentarios "se han hecho una cantidad de juicios importantes la empresa ha sido muy poderosa, es uno de los grandes grupos económicos que existen en el país y no va a dejar de hacerlo. Lo más importante es que la gente de la zona se siente representada por nosotros. Hace muchos años ellos ni salían a la puerta de sus casas. Y uno los entendía porque ellos viven en ese lugar todo el año. Ellos trabajan para esa empresa, toda la familia trabaja para esa empresa. Los tienen cautivos en ese lugar. Entonces es muy difícil y hay que entenderlos.
-¿Han tenido respuesta del Estado y la empresa azucarera respecto a modificar en algo la situación de condiciones infrahumanas en que vive el pueblo? "Al igual que otras empresas no se ha modificado mucho desde el punto de vista de las acciones de denuncias que hemos hecho. Siguen las situaciones sojuzgamiento, de explotación y problemáticas de salud por el medio ambiente siguen existiendo. Hoy es más conocido, eso se ha dado a conocer a través de publicaciones, investigaciones, documentales. No se ha avanzado mucho en lo que uno quiere y pretende. Se han hecho algunos juicios importantes con respecto a cada uno de esos temas, más allá de los detenidos y desaparecidos de aquel momento, con otras situaciones que tienen que ver con el medio ambiente y eso siempre hay una traba importante, el gobierno de lo que es la Provincia de Jujuy, pero también los intendentes de la zona, mas allá de los tintes políticos a los que pertenecen responden mucho más a los intereses económicos que a la población en sí" respondió Ana.
En la acción solidaria del 9 de julio, estuvieron presentes activistas sociales y cantantes de Cuba, Chile, Venezuela, Argentina y Colombia. Antes de retirarse a animar la actividad Ana de CAPOMA agregó: "El que personas de otros países participen en nuestras actividades y incluyendo la marcha, es una de las ideas del CAPOMA. Creemos que hay algunas luchas que implican más allá de nuestro propio territorio de la Argentina. No creemos en territorios como tal, sabemos que son sólo limites geopolíticos y no otra cosa. Nos sentimos hermanados a otras luchas y problemáticas que existen en América latina y en otras partes del mundo. Cuando hacemos peñas y actividades como la Marcha del Apagón las sentimos como latinoamericanas.
La acción popular se sintió y dijo presente la noche del 9 de julio. Ese día pero en 1816 se declaró la independencia de la Argentina. Para los integrantes del CAPOMA la independencia de su pueblo se sentirá realmente cuando hechos como el de "Las noches del apagón" de 1976 y como los de opresión que viven los habitantes del departamento de Ledesma en Jujuy no sigan repitiéndose. Por eso tod@s vamos saliendo a la Marcha de las noches del apagón.
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viernes, 10 de septiembre de 2010

Guerrillas Comunicacionales: Mediaciones del Pueblo


I
La batalla del mundo actual, esa eterna tensión entre opresores y oprimidos, explotadores y explotados, dominadores y dominados, tiene su terreno más fértil, más fecundo, en la lucha de las ideas: lo cultural. Desde la conformación del Estado Moderno como instrumento de hegemonía, las diferencias locales y regionales fueron absorbidas por un nuevo sistema de organización. Martín-Barbero establece como pilares de esta institucionalidad dos ejes: Integración Horizontal, en el cual "el Estado que se gesta muestra progresivamente su incompatibilidad con una sociedad polisegmentaria (…)
Los fueros y particularidades regionales, en que se expresan las diferencias culturales, se convierten en obstáculos a la unidad nacional que sustenta al poder estatal" (1998). La hegemonía naciente con el Estado-Nación burgués, se valió de la supresión de la tradición de lo local para edificar una nueva identidad basada en la centralización política y la unificación cultural. Por otra parte la Integración Vertical donde "cada sujeto es desligado de la solidaridad grupal y religado a la autoridad central. Desligamiento que al romper la sujeción al grupo 'liberaba' a cada individuo convirtiéndolo en mano de obra libre, esto es, disponible para el mercado laboral" (Ibíd. Subrayado nuestro). La idea de la forma de producción que acompaña la génesis del Estado Moderno es fundamental a la hora de entender las dinámicas de lucha de las sociedades contemporáneas.
El sistema capitalista de producción basa su constante crecimiento en la explotación y alienación del hombre. Un pequeño grupo se adueña de los medios de producción, genera y acumula riquezas a partir del trabajo asalariado de la gran mayoría. La clase dominada vende su fuerza de trabajo de manera "voluntaria", de modo que el estado se reviste de una aparente libertad que demarca la inclusión o no al sistema, asumiendo que el que no pueda acceder a lo material padece de mala suerte o de falta de pericia, pero ha sido libre. "Morirse de hambre o ser explotado" es la rúbrica en letras pequeñas que encierra la libertad del estado burgués. Este proceso económico tiene su sedimentación en un entramado político y cultural que legitima el sistema de explotación en sí. Los teóricos de Frankfurt, Adorno y Horkheimer, hablan de "Unidad de Sistema". El capitalismo ha tratado de hacernos ver que una cosa es el trabajo y otra muy distinta es el ocio, sin embargo, de acuerdo a la teoría de la "Unidad de Sistema" estos dos dispositivos trabajan articuladamente haciendo que el entretenimiento, la información y demás artilugios para satisfacer el supuesto "tiempo libre", no sean más que un mecanismo para el adormecimiento de la sociedad y su capacidad subversiva.
Una de las principales victorias de la clase hegemónica burguesa radica en conseguir que los dominados asuman los códigos culturales de la élite como propios. La concepción de un sistema-mundo basado en las relaciones de desigualdad como destino natural e irremediable de la clase oprimida es el guión que imparten las instituciones del poder tradicionales: la escuela, la iglesia y, sobre todo hoy en día, los medios de comunicación de masa. Saberes y prácticas culturales son elementos constitutivos del poder. El carácter político de la cultura radica en su estrecha relación con los mecanismos de dominación. La lucha de los discursos, el poder del saber que se instituye y autoriza, en suma: "la voluntad de verdad como prodigiosa maquinaria destinada a excluir", funciona de báscula legitimadora de un orden particular, que naturaliza en los sujetos la aceptación de su realidad social y subjetiva (Foucault, 1996). Entendido esto, queda claro que la noción de hegemonía reposa sobre la compartición de los códigos que la generan. En este sentido la ruptura del orden hegemónico capitalista, por parte de las clases oprimidas, pasa necesariamente por una respuesta cultural. Es un ejercicio dialéctico: es impensable una revolución política que no sea concebida desde lo cultural, así como tampoco existe la posibilidad de una transformación cultural que sea ajena a la política.
II
El concepto de resistencia es inherente a los grupos oprimidos. Los factores hegemónicos de dominación encuentran réplicas desde el seno mismo de su dinámica excluyente. Los "otros", los dominados y explotados, suelen rebelarse continuamente ante la situación de vejación que los embarga. Pero esta rebelión se da en condiciones de profunda diferencia en la capacidad de acción: la lucha nunca es igual. Es por ello que los sujetos oprimidos buscan formas alternativas de lucha para contrarrestar la fuerza totalitaria del bloque hegemónico dominante. En el plano de la comunicación, los massmedia han asumido la bandera cultural de la dominación. Su estrecha relación con la clase política y económica consolida la noción de esta "Unidad de Sistema". Y es en este enfrentamiento que nace la necesidad de buscar mecanismos que, desde la asimetría del poder, rompan con la situación de pasividad a la que ha sido arrojado el sujeto, para que se convierta en protagonista de su emancipación desde la construcción de un discurso propio y, de ser necesario, contraofensivo.
El término "guerrilla comunicacional" fue acuñado por primera vez por el académico italiano Umberto Eco, refiriéndose a la única vía posible para escapar del carácter omnímodo y alienante de los medios de comunicación. Ante la supremacía del poder de los medios, Eco propone una acción para transformar a los receptores en actores que controlen las posibilidades de la interpretación de los mensajes mediáticos: "El universo de la comunicación tecnológica sería entonces atravesado por grupos guerrilleros de la comunicación, que reintroducirían una dimensión crítica en la recepción pasiva" (1987. Subrayado nuestro). El término guerrilla alude a la formación de resistencias alternativas ante un poder absolutista y despótico, que en este caso no es otro que el de los medios masivos que transmiten mensajes teñidos de intereses políticos, económicos e ideológicos en toda la población receptora.
La guerrilla comunicacional, como dispositivo contrahegemónico, rompe con los códigos y los valores de la comunicación que nos ha vendido el capitalismo. Cambia los valores monológicos, impositivos y unidireccionales sobre los que está basado este modelo de comunicación capitalista y propone la expresión libertaria y diversa de las voces y los mensajes de un colectivo que, hasta el presente, sólo había visto en esta ventana de la comunicación una representación que de sí mismo les vendía la élite detentora de los medios de producción y comunicación. El ejemplo por antonomasia es la telenovela como género harto difundido y promovido por los medios, género que se basa en un juego de roles bien delimitados a partir de las clases sociales, representadas mediante el melodrama y la repetición. Mención especial merecen las estrategias de información que los noticieros tradicionales esgrimen para imponer su noción de verdad, una verdad teñida de manipulación que obedece a los intereses inherentes de la clase dominante.
La guerrilla comunicacional combate desde el día a día de la gente estos discursos que la hegemonía mediática ha inoculado en la cotidianidad. El protagonismo de las clases subalternas, no ya representadas por estilizados actores de la pantalla chica, se manifiesta en la toma del control directo y actuante sobre la realidad. Las expresiones de descontento, las denuncias, las iniciativas creativas de consignas o pintas, la participación y creación de radios y televisoras, la producción de guiones y programas que expresen un sí mismo colectivo y polifónico, son algunas de las acciones que avanza la contraofensiva comunicacional. Guerrillas, sí, por asimetricas, resistentes y movilizadas. No se concibe la comunicación como un centro de poder que irradia verdades, sino como focos múltiples de discursos latentes y agentes de cambio, desde la asunción de lo local y lo propio como dispositivo transformador.
Las relaciones de poder que la transmisión de signos y códigos desde los medios ha naturalizado como únicas, son ahora relativizadas y superadas. El uso de los medios como fin en sí mismo para ser y decir "la verdad" revelada por los dueños del poder, la concepción manida "el medio es el mensaje", se vuelca a su real y necesario cambio: el medio como un medio, medio de transformación, de resolución de problemas, de crecimiento y solidez colectiva. La disputa por los sentidos se bate entonces desde las identidades en pugna de los grupos dominados, que buscan hacerse desde el decirse, sin mediaciones ajenas al entramado cotidiano y comunitario de la realidad social. Los medios como transformadores permiten rescatar la realidad como verdad a construir y mejorar, y no más como una representación artificiosa, consumible y comerciable sin derecho a cambio ni devolución.
III
En Venezuela la noción de guerrilla comunicacional es un concepto que se ha empleado en la práctica desde hace más de veinte años. La mediación que ha logrado generar la población, el entendimiento de los códigos generados por los medios de comunicación de la oligarquía, es el principio sobre el cual se basa la primera fase de este combate. Esta situación debemos valorarla aún más desde la desigualdad y la indefensión a la que había sido sometido el pueblo frente a la televisión, principal exponente de esta arremetida uniformadora del capitalismo. En el caso de la familia, el sistema que arroja a madres y padres al trabajo constante para poder llevar sustento al hogar, arroja a los niños a la "niñera catódica". Los niños venezolanos pasan mucho más tiempo frente a la televisión que en las aulas de clases o recibiendo educación familiar. Esa "Unidad de Sistema" funciona a la perfección explotando y alienando con precisión suiza.
La necesidad de entender la dinámica de asimilación de los mensajes y producir alternativas desató en el país una gran escuela práctica que transgredió la voluntad dominante, y abrió una senda de libertad en la sociedad organizada. La guerrilla comunicacional se instauró en Venezuela desde hace mucho tiempo en la voluntad de organización y de resistencia estoica del pueblo ante la arremetida del aparato de violencia cultural que planteaba la hegemonía de turno.
Lejos de promover la violencia, el plan piloto de Guerrillas Comunicacionales, recientemente creado por el Gobierno del Distrito Capital de Venezuela, consiste en la implementación de un plan de formación en las áreas de video y televisión, radio y producción de contenidos sonoros, comunicación visual, web, multimedia y periodismo popular, dirigidos a grupos de jóvenes que de manera voluntaria decidan participar. La politización de los jóvenes es temida por los dueños del poder comunicacional, pues se avizora contestataria y rebelde, cualidad que se han encargado de cercenar y simplificar al máximo a través de su programación. Las Guerrillas Comunicacionales usan como "armas": lápices, pinturas, cámaras y grabadoras, partiendo de las experiencias urbanas que se vienen dando en las diferentes ciudades de Venezuela. El gobierno plantea articular estas experiencias con las necesidades para su organización y permanencia.
Desde el inicio del gobierno bolivariano, los medios privados de comunicación, luego de que les fuera negada la acostumbrada cuota de poder delgada desde el Estado a sus oficinas por los presidentes anteriores, se empecinaron en orquestar una campaña política de desprestigio y combate abierto al gobierno. Suplieron así a los ya estertóreos partidos políticos de derecha, para generar un sistema de ataques basados en la manipulación reiterada y extendida en prensa, radio y televisión, valiéndose de los monopolios mediáticos (y de producción en general de la "representación de la realidad") de unas cuantas familias. En el año 2002, con el apoyo permanente del gobierno estadounidense de turno, efectuaron un fallido golpe de estado mediático. Lo ocurrido en abril de 2002 constituye un pasaje indeleble en la historia de la guerra de cuarta generación en América Latina. La convocatoria al enfrentamiento civil, la posterior descontextualización de imágenes y sonidos para inculpar a sectores asociados al gobierno y el ocultamiento deliberado de situaciones de resistencia popular, fueron algunas de las tácticas esgrimidas por los medios. Al cierre del canal del Estado por líderes golpistas, sólo las radios, televisoras y periódicos comunitarios pudieron transmitir la realidad de lo que estaba pasando en el país. Por supuesto, en el exterior la "verdad" de los medios privados nacionales era la que reverberaba. No olvidemos que funcionan como apéndices de una maquinaria trasnacional ideológica de mercado.
¿Cómo hacer frente a este aparato aniquilador de sentidos? ¿Cómo defender la multiplicidad de voces de la máquina del capital? Las luchas de resistencia deben ser comunicacionales, simbólicas, culturales. Los pueblos organizados, movilizados y atentos a los cambios son un arma en sí misma. Protagonistas y usuarios de los medios, no ya cifras ni consumidores. La guerrilla comunicacional ejerce la agencia del oprimido que se dice, desde su lugar de vida, desde su subjetividad liberada y desde su conciencia social.

Eco, Umberto. (1987): La estrategia de la ilusión, Buenos Aires, Lumen/de la Flor.
Foucault, Michael. (1996): El orden del discurso, Madrid, La piqueta.
Martín-Barbero, Jesús. (1998): De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, México, G. Gili.
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Entre osos y arepas

Entrar en la esfera onírica de Lorenzo Mendoza no debe ser tan complicado, un poco bizarro puede ser, pero sin duda deja poco a la imaginación. Será un mundo de osos blancos bailarines con voluptuosas mujeres vistiendo diminutos bikinis y empatucadas en aceite. Ríos de cerveza corren en los cauces de amplios valles, flanqueados por blancas montañas de harina pan. Él, oligarca y sereno, mira todo desde el centro donde se encuentra con la sonrisa y la mirada orgullosa del mismísimo Tío Sam (sí, el hombre del traje a rayas con el sombrero de copa y la barba blanca). Mientras tanto mira por la televisión (Globovisión, para más señas) como un maremágnum de pueblo, gente que en nada se parece a él y con la que marca una prudente distancia, hace justicia con sus propias manos arremetiendo contra un régimen que cometió el sacrilegio de atentar contra las leyes impuestas desde el monopolio criollo.

El mundo virtual de la oposición una vez más desnuda su cara más fascista y ajena a la realidad de los tiempos que vive el país. Las redes sociales dibujan un mundo de complicidades con niveles de autosatisfacción alarmantes. La empatía de clase y el reconocimiento les impulsa la convicción utópica de sentirse mayoría. En medio de este éxtasis general, en esa suerte de placebo de bits y neuronas flageladas por la voluntad maniquea de la popularidad online, se hace evidente el discurso del desprecio por el pueblo. Esa voluntad democrática que utilizan como mascarada para intentar sumar “gente”, “multitudes”, “base social”, “sociedad civil”, se desvanece y surge ese rostro con toda la voluntad hegemónica y de clase. Rompen culturalmente, se burlan del pueblo y lo reducen a una categoría cosificada desde sus propios códigos culturales reafirmados por un sistema económico, político y social edificado desde el capitalismo.

Esta certidumbre de la mitología cultural hegemónica no es gratuita, ni inocente. Viene ligada al complejísimo sistema de dominación que a medida que avanza el mundo (y se perfecciona el capitalismo con sus matices en cada rincón del orbe) se fundamenta más y más en el componente cultural que Antonio Gramsci avizoró en el temprano siglo XX. Es todo un entramado que se fundamenta en las relaciones de producción y propiedad que proyecta un completo imaginario de “vida”, asociado a las necesidades proyectadas por esta dinámica económica.

Entre las diversas representaciones de este entramado, uno de los vectores más reafirmados es el del juego de roles en la estratificación social que se inventó la burguesía venezolana. Lo vemos claramente representado en las pantallas de televisión, desde hace muchísimos años; en novelas, anuncios, programas humorísticos, etc. Encontramos, por ejemplo, la representación de la muchachita pobre: se enamora del hombre millonario que le es inalcanzable, hasta que un giro del destino la hace darse cuenta que en realidad ella es una heredera que ha sido despojada vilmente de todo el dinero de su padre, que era un hombre rico pero justo –es muy interesante cómo en la mitología capitalista generalmente los hombre ricos y buenos suelen estar muertos–, dándose cuenta así de que ella sí era lo suficiente para poder hacer vida con el apuesto galán multimillonario. Hemos visto esa trama miles de veces. En los programas humorísticos se presenta a los sectores más desposeídos de la sociedad en clave de clown. Son personajes llevados al extremo que viven en la miseria y que su desgracia es tan inclemente que lleva al espectador a la risa por la empatía con este simpático desdichado. La caracterización de estos personajes es fundamental para la hegemonía, porque llevan a la resignación la condición del oprimido. De una forma bastante torcida se hace simpática y llevadera la ignominia del ser excluido. Ejemplos de esto son los clásicos Perolito y Escarlata. Finalmente están los anuncios publicitarios que nos llevan a construir el imaginario del “deber ser” del buen ciudadano, del digno representante de la “sociedad civil (de consumo)”: El Hombre Feliz. No importa que la asociación que hacen entre producto y mensaje no sean verosímiles: ¿Quién iría a pensar que unos muchachos que beben y fuman desenfrenadamente van a verse tan sanos y rozagantes? Es la magia de la caracterización, el discurso del sueño y la creación de las necesidades.

Es dentro de esta formulación de los signos y los significados sociales que desarrolla la clase dominante, donde se construyen representaciones inamovibles de una realidad que sirve para darle continuidad al sistema. Empezamos a ver el mundo inamovible, incapaz de hacerse de otra forma: el futuro no es más que una proyección de nuestro presente. Se adormece la voluntad combativa del pueblo y se somete la voluntad al discurso de una burguesía nominalista y reduccionista del concepto y la fuerza inmanente del pueblo.

Uno de los slogans –no se le puede dar otra categoría discursiva– que ha pululado con más fuerza ante la agudización evidente de las contradicciones en el debate de la sociedad, del sistema, la propuesta política, social y cultural a la que ha llevado la profundización de la revolución en Venezuela, es aquel que asocia a las clases populares (al pueblo, ya que la clase media gusta de llamarse, en su afán autosatisfactorio, “sociedad civil”) en algún vínculo mítico, religioso e incondicional con la cerveza. De acuerdo a este peculiar razonamiento, cualquier intento de regulación del gobierno en contra de este néctar de los dioses (capitalistas) derivaría en una suerte de revolución reivindicativa para poder evadir su propia existencia en el fondo de las botellas “abrazados al oso”.

La hegemonía del sistema alimenta hoy más que nunca la idea del pueblo borracho, amarrado a la cerveza, incapaz de poder vivir si no es a través de ese objeto de alienación, que por gracia divina (nuevamente del capitalismo criollo) está en manos del monopolio más importante: Empresas Polar. Tienen la firme creencia que la felicidad y la estabilidad de las clases populares se reducen a tener una bodeguita bien surtida de los diversos tipos de botellas, latas o cualquier otra presentación de un líquido más vital que el agua. La convicción es tal que auguran revueltas sociales, caídas de la popularidad del gobierno, virajes en las tendencias electorales, desde el mismo momento en que se vea amenazado el continuo abastecimiento en los anaqueles de esta bebida estructurante de la sociedad.

Esto tiene dos componentes muy peligrosos. En primer lugar está el hecho de la falsedad de la premisa. Dice lo alejados que están estos sectores de la cantidad de procesos que se desarrollan en nuestros barrios, a la cantidad de conceptos, ideas, movimiento, pasión, actividad, apropiación del destino y el devenir. Hay un mundo que transcurre en la solidaridad y el trabajo, que surge desde la necesidad y la exclusión a la que el propio sistema los había arrojado. Pero eso no ocurre en la televisión, no tiene cuentas millonarias de publicidad y mercadeo: no vende. La idea del trabajo y la construcción colectiva es la negación del sistema y como consecuencia se reniega hasta la invisibilidad de la pantalla y del propio entendimiento de una clase entrampada en su propio imaginario de lo popular.

Por otra parte está la aceptación consciente de la fuerza alienante que subyace dentro de la estructura imperial que ha forjado Empresas Polar. ¿Cómo puede una fuerza viva de la sociedad –en este caso la clase que se hace eco de esta premisa– apoyar esta idea; que sea la falta de cerveza la que pueda estremecer la base social de un gobierno? Uno de los flagelos más desequilibrantes de cualquier sociedad es el elevado consumo de alcohol. ¿Estamos entonces en la presencia de una casta política y social que apuesta por la visión de una sociedad que irreductiblemente se verá subyugada por la bebida? ¿Es esa su oferta para Venezuela?

El aparato publicitario que ha dispuesto Empresas Polar para conseguir una hegemonía –desde el concepto gramsciano, que abarca lo cultural– se ha paseado por el deporte, las mujeres, la filantropía, las “obras sociales”. Sin embargo, su estructura económica se fundamenta sobre un brutal monopolio en uno de los sectores más delicados para cualquier país: el alimentario. Además se han logrado posicionar de manera casi aplastante en el mercado de los licores, que es donde está una de sus piedras angulares, su gran negocio. Un negocio que tiene su arista económica muy lucrativa y que además conlleva un aplastante peso cultural, tiene una misión clara en el cercenamiento de la voluntad de lucha de los venezolanos y venezolanas.

Esta mitología de la oligarquía ha puesto una vez más sobre el tapete el momento de definiciones que vive Venezuela. Hay dos modelos en juego: uno dominante, aplastante desde lo cultural, excluyente, alienante; el otro se hace desde la construcción colectiva, en la autodeterminación de la sociedad y el individuo, en el crecimiento conforme al trabajo y la voluntad liberadora. Es momento de avanzar, de no caer en el juego de los medios de comunicación, voceros del sistema, disfrazados de libertarios bajo los ropajes del empresariado. La lucha contra Polar no es exclusivamente económica, es cultural, es por recuperar una identidad y una voluntad secuestrada.

De golpe y porrazo se despierta Lorenzo, descubre que en Venezuela no hay osos polares, que somos un país tropical y revolucionario. El mundo se le cae a pedazos, ya sólo lo puede ver y sentir por la televisión. Seguirá pagando avisos, intentando comprar conciencias y voluntades. Su mundo de fantasía está cada vez más lejano. Ya se quita la careta y mira con asco a la gente que se construye un porvenir, que no le importa si llegó o no la cerveza. Este ya no es un país para Lorenzo, seguramente migrará hacia Colombia.
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martes, 1 de junio de 2010

Guerrillas Comunicacionales

Mito
“La creación del plan de Guerrillas Comunicacionales (…) fomenta la violencia y la politización de niños en edad escolar.” (Clarín, 17-04-2010, Argentina)

Realidad
El término “guerrilla comunicacional” fue acuñado por primera vez por el académico italiano Umberto Eco, refiriéndose a la única vía posible para escapar del carácter omnímodo y alienante de los medios de comunicación. Ante la supremacía del poder de los medios, Eco propone una acción para transformar a los receptores en actores que controlen las posibilidades de la interpretación de los mensajes mediáticos: “El universo de la comunicación tecnológica sería entonces atravesado por grupos guerrilleros de la comunicación, que reintroducirían una dimensión crítica en la recepción pasiva” (“Para una guerrilla semiológica”, en: La estrategia de la ilusión, Lumen/de la Flor, 1987. El subrayado es nuestro). El término guerrilla alude a la formación de resistencias alternativas ante el poder despótico de los medios masivos que transmiten mensajes teñidos de intereses políticos, económicos e ideológicos en toda la población receptora.

Lejos de promover la violencia, el plan piloto de Guerrillas Comunicacionales, recientemente creado por el Gobierno del Distrito Capital de Venezuela, consiste en la implementación de planes de formación en las áreas de video y televisión, radio y producción de contenidos sonoros, comunicación visual, web, multimedia y periodismo popular, dirigidos a grupos de jóvenes que de manera voluntaria decidan participar. La politización de los jóvenes es temida por los dueños del poder comunicacional, pues se avizora contestataria y rebelde, cualidad que se han encargado de cercenar y simplificar al máximo a través de su programación. Las Guerrillas Comunicacionales usan como “armas”: lápices, pinturas, cámaras y grabadoras, partiendo de las experiencias urbanas que, desde el comienzo de la Revolución Bolivariana, se vienen dando en las diferentes ciudades de Venezuela. Las pintas, esténciles y diversas expresiones gráficas, así como la generación de medios audiovisuales y radiales comunitarios y alternativos, son una realidad constante en Venezuela, lo que se ha planteado el gobierno del Distrito Capital, no es más que articular estas experiencias con las necesidades para su organización y permanencia.

En abril de 2002, en Venezuela se ejecutó el primer Golpe de Estado Mediático de la historia del continente. Los medios privados de comunicación generaron un clima de violencia y enfrentamiento que luego de perpetrado el golpe, disimularon con el silencio acerca de los hechos de resistencia popular multiplicados por todas las barriadas venezolanas (se dedicaron a transmitir dibujos animados). La participación de los medios en el golpe de estado y en el posterior lockout petrolero, así como su continua transmisión de mensajes detractores del gobierno bolivariano, deja claro quienes fomentan violencia.
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lunes, 26 de abril de 2010

Arias, su discurso y los medios

El neoliberalismo desató su furia hacia finales del siglo pasado. El derrumbe del antagonismo imperante con el fin de la segunda guerra mundial y reordenamiento de las principales potencias, le dejó el camino abierto a una nueva fase del capitalismo: el imperialismo. Francis Fukuyama pronto le otorgó sustento teórico con su libro “El fin de la historia y el último hombre”, en el que señalaba, entre otras cosas, que se habría acabado la lucha ideológica en el mundo y sólo el libre mercado sería el encargado de gobernar en la nueva etapa de la sociedad. De allí se avanzó en la mundialización y la homologación de un mundo gobernado por un solo país y bajo una sola ideología: La liberal. Este liberalismo pronto fue sucumbiendo bajo su propia dinámica, creyéndose así misma ese postulado de vacío ideológico que planteaba el politólogo de ascendencia japonés. La industria cultural dominante se encargó de encapsular la diversión y los contenidos “apolíticamente correctos”, imbuyendo a la sociedad mundial en un soporífero letargo de acción ante el inagotable avance de las desigualdades entre los humanos, el afán de agotamiento de los recursos naturales y la profundización del individualismo darwiniano.

En América Latina, el recrudecimiento de un neocolonialismo indiscriminado que redujo a las oligarquías a un entreguismo absoluto de la soberanía, a un desmontaje del Estado y a la progresiva marginalización de grandes sectores de la sociedad, devino en una nueva oleada de resurrección popular que se ha manifestado en distintos polos del continente, con distintas velocidades y distintos tipos de reivindicaciones: Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, Honduras, entre otros, han producido nuevos códigos para la participación popular en la construcción, o reconstrucción, de la soberanía latinoamericana. Evidentemente esto ha generado una fuerte reacción en los diversos polos de hegemonía que construyó el neoliberalismo en la región. Figuras políticas hechas bajo el esquema de consenso y medios de comunicación que, siendo beneficiarios directos del sistema de poder -tanto económico como cultural-, han librado una batalla sin cuartel.

Una muestra de esa articulada y metódica acción se ve reflejado después del discurso que diera en la Cumbre de Cancún el pasado 22 de febrero el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, otrora ganador del Premio Nobel de la Paz (recientemente otorgado también al presidente del gobierno con más presencia militar alrededor del mundo entero, demostrando así el desapego a la coherencia semántica que se desprende del enunciado del propio galardón). El discurso, apología conservadora, fue semilla para el cultivo de citas para los noticieros. Poco a poco fueron diseccionando elementos fundamentales para armar toda una campaña que, amparada en la presunta “buena imagen” de Arias, al que catalogan de “hombre de paz”, pusiera en el tapete los valores liberales bajo absurdos anclajes guerreristas del sur del continente.

El primer elemento que trae Arias sobre la mesa fue el siguiente: “Muchos quieren abordar un oxidado vagón al pasado, a las trincheras ideológicas que dividieron al mundo durante la Guerra Fría. América Latina corre el riesgo de aumentar su insólita colección de generaciones perdidas. Corre el riesgo de desperdiciar, una vez más, su oportunidad sobre la Tierra. Nos corresponde a nosotros, y a quienes vengan después, evitar que eso suceda. Nos corresponde honrar la deuda con la democracia, con el desarrollo y con la paz de nuestros pueblos, una deuda cuyo plazo venció hace siglos”. Es evidente que el insigne presidente quiere apartarnos del debate de las ideas, cuando ese punto que quiere evadir es la base del debate político que se plantea hoy en la región. La postura engañosa de pretender contraponer el debate de las ideas sobre las que se fundamentaran los Estados y la unión latinoamericana contra la “democracia”, es un artilugio retórico soportado sólo por la imaginación del declarante y por el imaginario implantado por la industria de las comunicaciones en el cual se procura dar por sentado que sólo hay un tipo de democracia, que está asociada con el libre mercado, mientras que toda visión progresista respalda regímenes autoritarios y “no democráticos”. La aparente ignorancia de esta reiterada alteración de la teoría política, simplemente se cimienta en ese axioma fundamental de la praxis del periodismo moderno: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

A partir de esta visión general que coloca en contexto, el viejo zorro se lanza un ataque directo que los medios de comunicación se encargarán de codificar como la caracterización del gobierno venezolano: “No se debe confundir el origen democrático de un régimen con el funcionamiento democrático del Estado. Hay en nuestra región gobiernos que se valen de los resultados electorales para justificar su deseo de coartar libertades individuales y perseguir a sus adversarios. Se valen de un mecanismo democrático, para subvertir las bases de la democracia. Un verdadero demócrata, si no tiene oposición, debe crearla. Demuestra su éxito en los frutos de su trabajo, y no en el producto de sus represalias. Demuestra su poder abriendo hospitales, caminos y universidades, y no cerrando medios de comunicación. Un verdadero demócrata demuestra su energía combatiendo la pobreza, la ignorancia, la inseguridad ciudadana, y no imperios extranjeros, conspiraciones secretas e invasiones imaginarias”. No hace falta que haga mención alguna del país al que se está refiriendo, de eso se encargará, una vez más, otro escalón de la cadena liberal. A partir de aquí los medios de comunicación empiezan a repetir estas aleccionadoras frases del presidente de Costa Rica asociándolas a las acciones del presidente venezolano. Lo que no saben, ni Arias ni el resto de los lacayos imperiales, es que sus argumentos todos caen por su propio peso. En primer lugar, en Venezuela la democracia no sólo se fundamenta en elecciones, las cuales son continuas y legitiman año a año las acciones de la revolución, sino que se fundamenta en la acción constante del pueblo hecho gobierno, en la participación popular.

La revolución en 10 años ha logrado llegar, de la mano con la acción popular, a mejorar los valores cualitativos de la población. Hoy Venezuela está considerado un país con un Nivel de Desarrollo Humano Alto por el PNUD con un índice del 0,844. Lo cual demuestra el fruto del avance sostenido en materia social por parte de la Revolución. Todo eso a pesar del asedio constante de lo que califica como “conspiraciones secretas e invasiones imaginarias”, las cuales se han demostrado en el golpe de estado de 2002 en el que participaron activa y orquestadamente los medios de comunicación que supuestamente se están “clausurando”.

Es falso que en Venezuela se hayan cerrado medios de comunicación. Los empresarios comunicacionales han intentado hacer ver como cierres políticos lo que han sido medidas administrativas propias de la soberanía del Estado. Le corresponde a éste administrar el espectro radioeléctrico por el cual viaja la señal televisiva. Si hay que reclamar hoy en día algo en América Latina es la enorme concentración que tienen los privados de este espectro, en Venezuela supera el 60%. Seguramente Arias conoce de eso ya que en 1987 hizo un decreto para poder privatizar el sector telecomunicaciones en Costa Rica –monopolio que hasta entonces estaba en manos del Estado-, durante su primer mandato, hecho que dos años más tarde fue declarado inconstitucional por el tribunal de su país.

Finalmente Oscar Arias entra en el terreno para el que fue llamado, para el que fue creado más bien: “¿con qué derecho se queja América Latina de su pobreza si gasta, al año, casi 60.000 millones de dólares en armas y soldados? La deuda con la paz es la más vergonzosa, porque demuestra la amnesia de una región que alimenta el retorno de una carrera armamentista, dirigida en muchos casos a combatir fantasmas y espejismos… Pero en la gran mayoría de nuestras naciones, un mayor gasto militar es inexcusable ante las necesidades de pueblos cuyos verdaderos enemigos son el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la desigualdad, la criminalidad y la degradación del medio ambiente”. EL partido con el cual llegó Oscar Arias al poder tiene entre sus logros fundamentales “Disolver el Ejército como Institución permanente”, esto aparece en la historia de su partido. Ellos renunciaron a la soberanía de la defensa. Delegaron en otros Estados esta responsabilidad fundamental de su pueblo. Fue una estrategia continua de los Estados Unidos ir reduciendo la capacidad militar de cada uno de los países latinoamericanos. La desmovilización y la considerable reducción de la capacidad operativa y de respuesta fueron notorias. Mientras tanto el fortalecimiento del poderío gringo era cada vez más palpable.

Las realidades de cada uno de los países latinoamericanos son distintas, los alcances en la inversión militar también son diversos. Hay países que han mantenido un continuado plan de compra de armamento, como Chile. Hay otros países que tienen tratados militares con los Estados Unidos, como Colombia. Pero hay otros países que están bajo una clara amenaza, como Venezuela que hasta hace cuatro años tenía la capacidad de respuesta por el piso, amén de una política de austeridad financiera que en ningún momento detuvo la preocupación por las mejoras al pueblo. La inversión social acumulada de los últimos 10 años en Venezuela es de 330 mil 582 millones de dólares. La inversión en educación, que estaba alrededor del 1% del PIB antes de la llegada del presidente Chávez, hoy se ubica por encima del 12%. Estos son apenas algunos de los datos de la realidad que el señor Arias y los

El debate para la construcción de un nuevo orden pasa por el debate serio y leal. Por entender que nos encontramos en un momento de determinaciones y de sentar posturas para poner piedra sobre piedra en el nuevo camino que debe tomar América Latina. La tesis liberal que hoy intentan rescatar a través de mentiras y subterfugios fracasó de forma rotunda como modelo en nuestra región. De eso se dieron cuenta los pueblos que hoy toman la batuta de la liberación y forjan su propio destino sin caer en el juego que plantean los medios o los ladridos de los perros liberales.
Colectivo Nuestroamericano Alí Primera
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